miércoles, 17 de octubre de 2012

Es mejor no enamorarse

no te quedés a dormir esta noche, no me digás palabras dulces al oído, ni me invités a soñar con vos. Es mejor no enamorarnos y evitar el dolor de las mañanas de soledad y el sonido de violines cuando tenga que partir. No me mirés con chispas en los ojos ni me digás que soy tu musa ni tu inspiración, tampoco tenés porqué visitarme cuando estoy enferma. Entre menos se parezca esto al amor, menos heridas saldrán en la piel al momento del adiós. No me digás que te gusta mi sonrisa ni me cantés poemas de Lorca cuando me sienta sola. No tenés porque darme los buenos días o las buenas noches si no te nace, tampoco finjás que te agradan mis amigos ni me digás mentiras piadosas por complacerme. Es mejor no enamorarnos, no caer en las trampas de la vida. Tomate un vino conmigo, el vino de la luna y cuando llegue el momento de la despedida, dejá tu cigarrillo encendido dentro del cenicero, así el humo inundará la habitación y no tendré que observarte caminando hacia la puerta.

viernes, 12 de octubre de 2012

un viernes cualquiera

Fue un viernes cualquiera un día más de la semana una tarde-noche de presas, de niños llorando en el bus, de un travesti maquillándose a mi lado, de miradas apuradas y tacones sonando en la avenida. Los vendedores de verduras gritaban eufóricos, la ciudad estaba fría. Fue un viernes cualquiera, marcado por la elegante presencia de Mary Jane, inudado por el aroma de tu habitación, amenizado con la mezcla de música electrónica. Vos me abriste las puertas de tu casa, yo te abrí las puertas de mi vida. Me atreví, casi descaradamente a invitarte a soñar conmigo a devolverte la ilusión marchita y a limpiar el veneno lechoso que sangraba de tus ojos. Y así como pasan los viernes de fiesta, vino y bohemios con guitarra, así terminó el nuestro. Retazos de piel conjugados en el amanecer, mermelada de ternura en el desayuno, palabras que disimulan los acuerdos inconclusos. Terminó el viernes, y así acabó lo nuestro. Lo que nunca fue tuyo ni fue mío solo perteneció a un viejo cuento, a una historia repetida.